martes, 4 de septiembre de 2012

Cuando la corriente fluye.

Es uno de esos días en el que todo va bien, te sientes bien, todo a tu alrededor es de color verde, la naturaleza esta radiante, tu brillas con ella, todo te sabe, te sienta mejor, lo sientes de forma diferente, brillante, con fuerza, y hoy es uno de esos días en los que me siento genial, y doy gracias por ello, porque no todos mis días son así.

Hoy hace sol, un sol esplendido, hoy, es uno de esos días en los que merece la pena levantarse y gritar al mundo lo bien que te encuentras, y por días como hoy merece la pena vivir, y no mirar atrás, sino hacia delante, mirar con ganas e ilusión, sin importar lo que pasó ayer, lo que hiciste o viste, tan solo hay que mirar hacia delante y animarse, porque el día, porque la ocasión lo merecen.

Miro por mi ventana y veo que el Otoño va haciendo acto de presencia, y lo noto porque las hojas de los árboles han comenzado a caer, y el suelo se tiñe de color dorado, pues el verde que queda en las ramas un día se tiñe de dorado y cae al suelo anunciando que el Otoño esta cerca, la temperatura ha bajado, las horas de luz se van reduciendo, y aunque no nos demos cuenta de un día para otro, llega uno en el que miramos el reloj y resulta que donde ayer había sol hoy hay oscuridad, y eso significa que la noche se echa encima y hace que el sol se marche antes de lo que nos gustaría.

Me gusta esta hora, una hora en la que todo a mi alrededor es silencio, pues es la hora en la que la naturaleza toma el poder para hablar, se despierta y sueña, comparte sus sueños susurrándome al oído y contándome sus hazañas de antaño, cuando toda la tierra era verde, cuando el hombre aún no había "evolucionado" lo suficiente como para estropearla y ella dominaba este mundo.

Sips, me gusta mirar los árboles mecerse, sus hojas caer, y los pájaros volar, escuchar sus cantos, y sobre todo escuchar el silencio, un silencio que me hace soñar, y olvidar que estoy en la civilización, pues a veces tanto progreso hace que nos olvidemos de lo esencial, de la tierra que por desgracia cada día pisamos menos, pues en las ciudades quedan pocos parques con tierra, ya que muchos los vuelven edificios, y en las calles pisamos sobre asfalto, sobre aceras, que nos despegan de esa tierra que debería fluir en nuestro interior y llenarnos de sensaciones a cada paso.

Por eso, porque me gusta sentirme en armonía con la naturaleza, me gusta pasear por la montaña y por el campo, no encontrarme a nadie, sentirme el único ser en ese instante que disfruta de ese lugar, de esa paz y tranquilidad, de la armonía que tan solo la montaña puede darme, y es por eso que me gusta pasear en soledad, o en compañía, pero en silencio, sin mucha gente a mi alrededor, tan solo una persona, que sienta como, que le guste la montaña tanto o más que a mi, y así en silencio avanzar por ella, paseando lentamente, otras más apresurados, pero observando y descubriendo cada nuevo rincón que se nos abre ante nosotros, pues no hay nada como descubrir un nuevo lugar y disfrutarlo, contemplar los pocos animales que quedan en nuestras montañas, observarlos y compartir con ellos un instante de complicidad, porque eso, eso es vida, eso es el fluir de la energía, del tiempo, de la vida, y eso muy poca gente puede disfrutarlo hoy en día.

Algunos porque no han pisado en su vida el campo o la montaña, otros por las prisas, quizás porque no saben disfrutar de la naturaleza, porque no pueden, o porque disfrutan en otras cosas más "modernas", pero..., seamos realistas, hoy en día, ¿a quién no le gustaría poder disfrutar durante unas horas al día de la paz y tranquilidad que te trasmiten un paseo por el campo?

Alguna vez en nuestra vida, en un momento dado, necesitamos de esa soledad, de ese fluir de la corriente que tan solo nos puede dar la naturaleza, y yo lo disfruto hoy con gran gratitud hacia esta por compartirlo conmigo cuando más lo necesito......

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