Personalmente lo hago por adelgazar, si, es una
de mis rutinas para lograr mi objetivo, pero no solo me sirve para ello, sino
que además desconecto de todo y disfruto junto a Kiwi de un tiempo en el cual
no existe nada más, solamente ella y yo en mitad de la montaña sin nadie que
nos moleste, sin ruidos que nos distraigan, tan solo algún que otro pájaro
cantando, y el batir de las hojas movidas por el viento las veces que este
sopla.
Si, digamos que es una terapia de desconexión,
para relajarnos, que nos permite disfrutar de la naturaleza, y además hace que
nos encontremos en forma, tomemos el sol, descubramos cuales son nuestros
puntos fuertes, y nuestra resistencia, nos permita estar en nuestros
pensamientos, disfrutando de nuestra "soledad" en compañía, pero sin
tener que estar pendientes de nada, tan solo del camino por el que vamos, de
los pasos que damos, de no tropezar en esa piedra que está más allá.
Corremos para disfrutar, para desconectar del
mundo, y conectar con nuestro interior, para estar en forma y no ponernos como
focas, para descubrir lugares nuevos a los cuales no accederíamos de quedarnos
en casa o ir en coche hacía esos lugares, pues la mayoría de ellos son
inaccesibles si no es a pie.
Esa sensación de no poder más, de estar al límite
y dar un paso más, hacer un metro más que el día anterior es algo inigualable,
que no se puede explicar si nunca lo has sentido, si nunca has corrido.
Es simplemente algo que hay que disfrutar y
vivir, algo que te demuestra que cuando ya crees que no tienes fuerzas para
nada más, sí que las tienes, pues dentro de ti queda aún esa chispa que te hará
recorrer unos metros más, que ante las subidas que hay en el camino te permite
llegar a la cima y continuar tu camino, y eso te hace más fuerte mentalmente,
porque te hace ver que no hay que rendirse ante las dificultades que te
encuentres en el camino, sino que hay que tener la entereza mental para
continuar y lograr el objetivo.
Si, corremos para disfrutar, para adelgazar, y
divertirnos, corremos porque el aire de la montaña es más puro que el de la
ciudad y libera nuestros más puros instintos, nos hace crecer ante las
adversidades, y nos da ese punto extra que le falta a quien no experimenta
todas estas sensaciones.
Nos hace ser felices, enfrentarnos a los retos de
forma diferente, con más fuerza y determinación que quien simplemente va
caminando por la vida.
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