Si algo tenemos muy arraigado en la cultura occidental, y que me ha
tocado vivir de forma muy especial en México, es esa mala costumbre de guardar todo.
Guardamos el angelito de recuerdo del bautizo (que no sirve para nada),
los trastecitos de plástico de la crema o del yogurt de litro, la caja
de los zapatos nuevos que terminamos ocupando para guardar más cosas, en
fin, guardamos una infinidad de cosas inútiles y otras más que decimos “por si se llegan a ocupar después“.
Nos duele deshacernos de las cosas porque en su momento nos costaron
mucho dinero, o nos las regaló alguien especial, o en algunas ocasiones,
por pura envidia de no querer dárselas a alguien más que quizá si las
necesita. Esto también se ve traducido al mundo digital: nos duele eliminar cosas.
Compramos torres y torres de DVDs vírgenes, queremos discos duros cada
vez de más capacidad para que nos quepan más cosas. Esto tiene que ver,
supongo, con esa mentalidad que tenemos los seres humanos actualmente de
que lo que tenemos nos define. La reciente y creciente
popularidad de los productos de Apple es otro reflejo de esto mismo.
Pero me desvío del tema, hablaba sobre guardar cosas. Esto es Otaku Mode así que, como ya he hecho anteriormente con otras cosas, en esta ocasión abordaremos este tema pero desde un punto de vista otaku:
discos duros llenos de anime con la mejor calidad de video posible,
cajas debajo de la cama llenas de tomos de mangas, torres y torres de
DVDs de videojuegos que hace años pasamos y seguramente no hemos vuelto a
jugar… ¿De verdad necesitamos guardar todo eso? ¿De verdad necesitamos
guardar las cosas?
Lo confieso: yo también tengo por ahí
rodando varios discos duros (internos, que es lo que había antes) llenos
de anime, de videos musicales, de mangas, de comics, etcétera. Tengo
torres y torres de CDs y DVDs de lo mismo: anime, películas,
videojuegos, conciertos, algunas series americanas, photobooks y otra
infinidad de cosas. Tengo una caja arriba del clóset llena de mangas y
cómics. Todo eso sigue ahí más por la pereza de ponerme
a revisar todo para ver que hay que sacar que por las ganas de
conservarlo. Pero fuera de todo eso que he ido acumulando por más de una
década, de un tiempo a la fecha he procurado guardar lo menos posible:
guardar solamente aquello que se que voy a volver a ocupar dentro de
poco o regularmente. ¿Anime? Bajo AVIs de menos de 200 megas cuando
tengo la oportunidad, al fin que terminando de ver el capítulo (o los
capítulos, porque normalmente se me juntan varios) lo voy a eliminar. Sé
que he sido un arduo defensor del Matroska como formato de video. Lo
sigo siendo, es un formato excelente y apoyo al 100% la distribución de
video en este formato. Cuando tengo la oportunidad, aún elijo MKVs sobre
AVIs, pero sólo si están disponibles en SD, de 480p. ¿Para qué quiero
bajar videos con resoluciones de 720p o 1080p si voy a verlos en la
pantalla de mi laptop de 14 pulgadas? En lo que sí sigo siendo muy
exigente, es en la calidad de la traducción y los subtítulos, pero eso
es tema de otro post. Si de verdad deseo guardar una serie, la quiero
con la mejor calidad, y la mejor calidad es la de un producto original. Nada
de fansubs y su horrible español -o inglés- (olvídense de su japonés),
nada de ISOs de Blu-Ray de 50 GB que no puedo quemar, si quisiera
guardar una serie para la posteridad compraría el Blu-Ray original, a
pesar de que no tengo lector de Blu-Ray. No importa que no la pueda ver,
tampoco vuelvo a ver casi nunca las series de anime que ya vi, estoy
más ocupado viendo otras que no he visto aún. Lo mismo con los mangas.
¿Para qué bajar y guardar mangas en la computadora si los puedo leer online?
Porque después de la desaparición de Mundo Vid, ya no los puedo comprar
físicos, además de que no tengo espacio donde ponerlos. Y que conste,
sólo hablo de leer mangas online, en el caso de ver anime en YouTube sí
sigo diciendo que es un insulto. He dicho que ya no soy tan quisquilloso
con la calidad pero, óiganme, quiero que se vea por lo menos decente y
la calidad del anime online si está por los suelos.
Los otakus solemos llorar cuando vemos
esas fotos de Japón de mangas tirados a la basura. Seguramente los
otakus japoneses (que no son igual que los otakus fuera de Japón)
también guardan sus mangas como preciados tesoros, pero como es de
suponer el manga en Japón tiene una mayor penetración en la sociedad que
en cualquier otro lugar del mundo, en Japón no hay que ser otaku para
leer mangas y los japoneses en general tienen esa cultura de no guardar
tantas cosas después de que cumplen su función como lo
hacemos en occidente. Estoy seguro que si en algún momento logro irme a
vivir a Japón, a excepción de algunas películas y quizás alguna que otra
serie, no voy a comprar ni descargar anime regularmente. ¿Para qué, si
puedo verlo en la televisión? Y puedo hasta grabarlo directamente de la
televisión si no puedo verlo a la hora de la emisión. Me imagino que
muchos japoneses piensan de la misma manera. Figuras y mercadishing son
un punto aparte. Pero regresando al anime o al manga, muchas personas
dirán que en Japón no está tan arraigado guardar mangas o coleccionar
anime (repito, fuera de los otakus) precisamente porque es mucho más
fácil de conseguir. Es decir, estamos admitiendo que guardamos cosas por
motivos sentimentales: no tanto por el continuo uso que le vayamos a
dar, sino simple y sencillamente por la satisfacción de tenerlas y/o haberlas conseguido.
Ciertamente los tiempos van cambiando. En esta época, Internet hace todo más fácil de conseguir.
Hace algunos años, conseguir un VHS de una serie de anime era toda una
odisea pero ahora, por cada serie de anime tenemos 5 o más fansub
dispuestos a ofrecérnosla completamente gratis. Tenemos varios sitios
para leer mangas online. Videos musicales, de los cuales yo antes si era
muy fan de descargar y guardar, ahora simplemente los vemos en YouTube.
En mi caso, respecto a los videojuegos siempre tengo en mi partición de
Windows un máximo de 2 o 3 juegos instalados. Me dedico a esos hasta
que los paso por completo. Y luego, a desinstalar (y últimamente, a
eliminar para siempre) y a jugar otros. Emuladores de consolas son una
excepción porque siempre vuelvo a jugar cada cierto tiempo alguna
versión de Pokemon o Sonic The Hedgehog 2 o Mario Kart 64
con los primos. Los pocos juegos que he comprado originales: vendidos;
no tengo ninguna consola pero de tenerla supongo que haría lo mismo.
Bajo muchas películas y es lo mismo: AVIs de 700 MB (eso sí, solamente
DVD-Rips) que a veces si llego a guardar para ponerlas en las reuniones
familiares o así. Pero luego de eso, adiós. Las películas que me han
gustado mucho, las compro originales. Y sí, lo admito abiertamente, sólo
por la satisfacción de tenerlas en original. Admito que no me deshago de todo,
pero sí la mayoría de las cosas que sé que me estoy mintiendo cuando
digo que voy a volver a ver/leer/jugar y que, como dije antes, solamente
voy a guardar para decir que lo tengo. Eso sí, tengo una seria fijación
con guardar wallpapers pero esos ni pesan nada (a excepción de esos
PNGs de resoluciones enormes de15 MB) pero esa es otra historia.
Yo les pregunto a ustedes, ¿de verdad vuelven a ver cada serie de anime
que guardan? ¿Vuelven a leer esos mangas que seguramente hace años, sí,
años, que no sacan de sus cajas o que sólo están en el librero como
decoración? Cuando se vuelvan a burlar de esa prima que tienen que
guarda las etiquetas de la blusa de buena marca que se acaba de comprar,
pregúntense ustedes: ¿y yo para qué guardo todavía las cajitas de mis
nendoroids? Caso real, pero prometo que ya las voy a tirar.
Fuente: otakumode
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